Alicia estaba verdaderamente indignada. Había pagado una fortuna para pasar 2 días y 3 noches en ese exclusivo hotel de la ciudad y someterse a un spa. Pero resulta que eran las tres de la mañana y había un niño jugando con una pelota en el pasillo. Podía escuchar sus risas, y la pelota golpeaba su puerta.
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