Hace mucho tiempo atrás se contaban leyendas de brujas que succionaban la sangre de los niños especialmente de los bebes. Estas brujas acababan convirtiéndose en guajolotes.
En una ocasión una señora que recientemente había dado a luz a un barón, le comentó una de sus vecinas que había visto un guajolote en el techo de su casa. La señora asustada pues sabía que las brujas estarían asechando a su pequeño hijo.