Cuentan las malas lenguas, que en un pueblo de la España profunda, una niña de un matrimonio nació. Era hermosa y sus padres la adoraban. A medida que crecía, ella también iba amando a sus progenitores; aunque a su padre más que a su madre.
Con el tiempo, fue desarrollando una fascinación muy grande hacia el primero, en contraste de un rencor sin sentido para con la segunda. No escondía su preferencia, estaba obsesionada con su padre.