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leyenda mexicana

La leyenda de la casa de la Tía Toña

Se cuenta que en la Ciudad de México vivía una amable mujer, que dedicaba su vida a la atención de niños y jóvenes en situación de calle. Sola, pues no tenía hijos ni familiar alguno, hallaba satisfacción en ayudar al prójimo.

Era muy popular en su barrio por sus buenas acciones. Se le conocía cariñosamente como Tía Toña. Querida por todos, brindaba asilo a todo aquel que lo necesitara, ocupándose además de los gastos de alimentación que ello implicaba.

Siempre atenta, devota y filántropa, llegó a cambiar la vida de muchos jóvenes. Ella representaba una esperanza, una segunda oportunidad.

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Leyenda Urbana

Al sonar el timbre

Durante una fría noche de abril, azotada por una tremenda tormenta, Fernanda y su padre se encontraban plácidamente viendo las noticias. En ellas relataban la fuga de un enfermo mental  procedente de un psiquiátrico cercano a su barrio. El noticiero informaba:
“Se alerta a los ciudadanos sobre el escape de un hombre con deficiencias mentales, altamente peligroso. Es conocido por tener episodios psicóticos en los cuales se torna muy agresivo.

A quienes observen movimientos sospechosos de algún sujeto desconocido, instamos a que denuncien el hecho por medio del número en pantalla. También se recomienda en la medida de lo posible, evitar salir de sus hogares hasta dar con el paradero del susodicho. Estaremos informando.”

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Leyenda Guatemalteca

La leyenda del niño Gerardito

Una vieja historia circula por las calles de Quetzaltenango, Guatemala. La de un niño cuya valentía conmovió  al entonces pueblo. Eran los años cincuenta, los habitantes escaseaban y existía mucha confianza entre ellos. Las noticias sobre crímenes sólo se limitaban a grandes robos de figuras conocidas, por lo que una inoportuna inocencia abrigaba a aquel lugar.

Una tarde, luego de asistir a la escuela, Gerardito de hallaba en la plaza del pueblo jugando sin mayor preocupación. El clima se presentaba cálido, como es usual en países centroamericanos. Los padres del pequeño, confiados del pueblo, no veían problema en que se alejara del hogar. Aunque ello implicara su desatención.