Esta leyenda nos llega desde el Distrito Federal de México, en una época sin especificar, en la cual una mujer que había enviudado, acongojada por la soledad, había buscado consuelo en un hombre que en un principio parecía ser una buena persona, pero el tiempo se encargaría de mostrar lo contrario.
La mujer invitó al hombre a vivir en su casa, y como dijéramos, al comienzo de la relación todo marchaba bien.