En Aguascalientes, México una pareja de jóvenes trabajaban juntos en un edificio de oficinas. Solían salir tarde, dado que las jornadas eran extensas. Con frecuencia, se quedaban solos en el edificio con la única compañía del guardia de seguridad que se encontraba en la planta baja, mientras ellos yacían en el cuarto de los doce pisos con los que contaba el lugar.
En una ocasión, el trabajo se les acumuló, por lo que estuvieron laborando hasta las 11:30pm. Una vez terminados sus quehaceres se dispusieron a bajar como de costumbre en el ascensor. Marcaron planta baja. Sin embargo, el elevador subió hasta el piso 7, el cual se suponía, se encontraba clausurado desde hace mucho tiempo. Extrañados, se miraron mutuamente. Creyeron que se trataba de un simple error.
Cuando llegaron al cerrado nivel, las puertas se abrieron para mostrar una oscuridad enmudecedora. Presionaban repetidamente el botón para bajar, pero el ascensor no se cerraba. De la nada, el eco de unas risas se escuchaba a lo lejos, las cuales se iban acercando lentamente. Nerviosos, no sabían qué hacer. Una pelota rodó hasta sus pies con huellas de sangre de lo que parecía ser un niño. En ese momento estaban horrorizados.
La escena era simplemente aterradora. Mientras examinaban el balón, las risas crecían de tono, por lo que daba la impresión de que se acercaban paulatinamente. Sea lo que fuere que estuviese allí, se dirigía al encuentro de los jóvenes. Cuando aquel sonido estaba a punto de llegar hasta ellos, las puertas se cerraron y bajaron hasta la planta baja.
Completamente asustados, le contaron lo sucedido al guardia de seguridad, quien les relató que ese piso fue clausurado tras la muerte del hijo del dueño de la empresa. El niño siempre jugaba con una pelota en el lugar hasta que en una ocasión, el balón se precipito por la ventana. El infante, pensando que podría alcanzarlo, se lanzó a su rescate cayendo también por la ventana. Desde ese día, el patrón cerró el piso.
Con frecuencia se escucha el rebote de una pelota acompañada por las risas de lo que parece ser un pequeño. Después de escuchar esa historia, entendieron que habían experimentado un encuentro paranormal con el difunto niño. Ese fue su último día en aquel empleo. Al día siguiente presentaron su renuncia. No querían volver nunca al lugar. Pues el hecho de pensar en tener un segundo encuentro con el espectro del infante, les horrorizaba.