Hace mucho tiempo atrás se contaban leyendas de brujas que succionaban la sangre de los niños especialmente de los bebes. Estas brujas acababan convirtiéndose en guajolotes.
En una ocasión una señora que recientemente había dado a luz a un barón, le comentó una de sus vecinas que había visto un guajolote en el techo de su casa. La señora asustada pues sabía que las brujas estarían asechando a su pequeño hijo.
En ningún momento dejaba solo a su hijo por temor a las brujas, pero su vecina gritando que había un guajolote afuera de su casa salió para ahuyentarlo. Al entrar a su casa vio como un pequeño hilo salía de la frente del niño rumbo a la ventana. Lo único que se le ocurrió a la señora fue cortar el hilo y de este brotó sangre. Al ver que su pequeño estaba bien se tranquilizó. Vio como por la ventana se hecho a volar el guajolote. Se dio cuenta que el hilo que había cortado era la lengua de la bruja.