Doña Mercedes Santamaría era una hacendada que vivía en lo que todavía en el siglo…
Esto sucedió en el mes de diciembre de 2004 el frío era más intenso, las calles estaban más silenciosas y oscuras de lo normal y una fuerte lluvia había caído en la ciudad. Roberto vivía con su mujer y su hijo pequeño de tres años en la Macarena en Sevilla. Escucho una voz mientras andaba por la calle que decía:
“Mis hijos… mis hijos… ¿Donde están mis hijos…?”
Roberto pensó que era una mujer borracha que no sabía lo que decía y siguió caminando hacia su casa. Al llegar entró a un viejo baño para lavarse la cara antes de dormir y escucho la voz con el eco del baño:
“¿Tu has visto a mis hijos…?”
Al girarse vio en el espejo reflejada la silueta de una mujer y pronto desapareció, Roberto sintió pánico y llamo a su mujer para contárselo:
-Ana he visto una mujer en el baño que me hablaba y decía cosas al oído…
-Que más quisieras, ¿Dónde estuviste?
-Te lo juro…
-Ya, bueno vamos a dormir.
Cuando ya llevaban un rato dormidos y reinaba el silencio en la habitación se volvió a escuchar:
“Mis hijos… ahí llegan mis hijos…”
Roberto se dio cuenta y dijo:
-¡Ana!
-Roberto ¿Qué es eso?
-Te lo dije yo la escuché, es real.
-¿Sabes qué? Ya me contagiaste tus nervios, debe ser alguien que no tiene nada más que hacer, ve a ver al niño no valla a ser que se haya despertado con tus gritos.
Roberto entró a oscuras en la habitación de su hijo, despacio se acerco a su cama para tocarlo, pero este no estaba ya, solo quedaban ya las sabanas extrañamente mojadas, entonces Roberto dijo:
-Ana ¿El niño esta ya contigo? porque no lo encuentro por ningún lado.
Entonces se escuchó:
“¿Tú eres uno de mis hijos…? ven… ven conmigo… tú eres uno de mis hijos… *Suspiros*”
Los padres se aterraron al escuchar estas palabras, su hijo no estaba por ningún lado, pero al parecer aquella aparición de terror lo había encontrado antes que ellos:
-¡Sueltame tu no eres mi mama! ¡Voy a llamar a mi papa! ¡Sueltame, dejame!
“Tu eres uno de mis hijos…. ven…”
-¡Roberto corre, ve a ver donde está el niño!
-¡Esta en el labadero!
Cuando el padre del niño subió las escaleras vio como era abrazado por aquella aparición terrorífica abrazaba a su hijo, vestida de blanco, con la piel más blanca que su túnica, los labios morados y sus ojos negros y sin brillo, con mirada triste pero a la vez terrorífica.
Ella lo tomo de los cabellos y lo hundió de cabeza en la pileta del labadero. Roberto quiso acercarse a ayudar a su hijo pero dela oscuridad salieron dos perros negros llenos de rabia que le impedían el paso hacia esa mujer, para salvar a su hijo. Ana gritó:
-¡Porfavor deja mi hijo, por dios te lo pido!
Dichas estas palabras como por un milagro los perros salieron despavoridos, la mujer desapareció en la oscuridad y Roberto pudo acercarse a su hijo pero ya era tarde, su hijo había muerto ahogado.
Cuento de la llorona via historiasdeterroronline
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