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cuentos de terror

Cuento del niño de la pelota

Alicia estaba verdaderamente indignada. Había pagado una fortuna para pasar 2 días y 3 noches en ese exclusivo hotel de la ciudad y someterse a un spa. Pero resulta que eran las tres de la mañana y había un niño jugando con una pelota en el pasillo. Podía escuchar sus risas, y la pelota golpeaba su puerta.

Oía también la voz de una mujer, presumiblemente su madre riendo y llamándolo:

Kikeeeee, Kikeeee

Cómo permitía la gerencia del hotel que anduvieran niños jugando a esas santas horas. Después de unos minutos de aguantar el molesto ruido, decidió marcar la extensión de la administración pero nadie le contestó.
Impaciente y enojada decidió salir a callar a ese mocoso y reclamar a su madre por seguirle el juego. Licia abrió la puerta pero el pasillo estaba vacío. La risa del niño sonó detrás de ella y escucho botar la pelota. Se volvió rápidamente pero allí no había nadie.
El corazón comenzó a latirle fuertemente. Realmente había algo allí. Alicia decidió volver a su habitación. Tal vez lo había imaginado todo. Pum! la pelota le pego en la espalda. Alicia giró sobre si misma y la vio. Era roja, la tomó entre sus manos y miro hacia el corredor.
Dos figuras parecieron salir. Una era la de un niño que le sonrió. Tenía la cabeza abierta de una fea herida y plastas de sangre seca en su cara. La otra era de una mujer pálida y flaca, con el cabello revuelto y con una mirada de profunda tristeza. Había una gran mancha de sangre en su abdomen.

Alicia quedó paralizada. Tiró la pelota y escuchó la voz de ultratumba de la mujer decirle a su hijo_

Kikeeee…Kikeeeeee

y enseguida una carcajada espeluznante. Entonces y solo entonces Alicia empezó a gritar. Despertó en su cuarto. Alicia frustrada le pidió una explicación al gerente que de no platicarle lo sucedido hablaría con la prensa sobre este hecho. El gerente muy tímido, le dijo:

Está bien, esta es la historia.

Cuando este hotel estaba en construcción, hará unos 6 años. La esposa de uno de los contratistas trajo a su pequeño hijo a ver a su padre. Era el día de su cumpleaños y el niño siempre había querido visitar alguna obra en la que el trabajara, cosa a la que el se había negado, puesto que las obras en construcción son sitios peligrosos.

El pequeño Kike como le llamaban, traía una pelota roja, que su madre había regalado ese día. Era un niño muy inquieto. En un momento dado echo a correr al edificio a medio construir y trepo por el endeble andamio de madera llevando su pelota. Su madre le siguió mientras que el padre gritaba que se detuvieran, y llamaba a unos albañiles para que rescataran a su travieso hijo. Pero era demasiado tarde pues ya saben que las tragedias suceden muy rápido.

La madre subió al andamio antes de que nadie pudiera evitarlo. El ensamblaje de madera cedió y la mamá y el niño cayeron desde una altura considerable, junto con una masa de escombros. El niño se partió la cabeza y murió en ese momento. A la madre le cayó una viga en el abdomen, que le causo graves heridas y una hemorragia masiva. Cuando el contratista horrorizado se inclinó hacia ella, su mujer le hizo una promesa antes de morir. Le dijo que siempre podría encontrarla a ella y a su hijo en este hotel. El contratista renuncio a la obra y se traslado a otra ciudad. Pero su esposa y sus hijo, convertidos en espectros, quedaron en ese hotel, esperando al marido y al padre que ya no vendrá a verlos jamás.
El hotel todavía sigue en funciones y es uno de los más acreditados de la ciudad de México. Por supuesto Alicia nunca volvió ni siquiera a pasar por ahí. No quiere volver a toparse con el niño y su pelota.

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