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cuentos de terror

El hospital de Morelia

Si hablamos de apariciones sobrenaturales el pensar en un hospital es lógico, pues muchas almas andan vagando por los rincones.

El Hospital de Morelia no es el la excepción, pues hay muchas personas, enfermeras, doctores, pacientes, pero especialmente los vigilantes son los que cuentan casos espeluznantes durante la noche.

Una de las historias es ubicada en el quirófano donde afirman haber visto una sombra de un hombre alto y esbelto, que traviesa las paredes de éste y cuando no lo ven se escuchan unos gritos acercándose, dando señal que el ente se acerca.

En otra parte del hospital justamente en la morgue, aquel lugar repleto de los pacientes que acaban de fallecer; en este lugar se escucha intensamente ruidos de vidrios rompiéndose, y las puertas que se abren y cierran.

Pero lo que muchos han visto y de lo que hablan mucho en el hospital es justamente en terapia intensiva pues un vigilante narra que años atrás había una paciente que necesitaba un trasplante de hígado. Al enterarse de que las posibilidades de curarse eran bajas, y que las posibilidades de salir con vida de la operación eran también de bajas,  ella salió en una noche y se suicidó tirándose del octavo piso para evitar tal agonía.

Desde entonces se llega a ver una mujer con bata blanca paseándose por los pasillos y dejando un rastro de sangre por su camino.

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Leyenda peruana

El hombre del sombrero

Se han hecho cada vez más las historias sobre casas embrujadas, sobre todo las abandonadas, pues no hay lugar donde no se conozca sobre alguna de ellas. Un gran ejemplo es en la ciudad de Lima en Perú.

Había una familia muy numerosa que le urgía conseguir una casa más grande, el señor se dedicó a buscar una linda casa y grande, cuando por fin encontraron una buena y a gran precio no lo dudaron en comprarla.

La familia estaba feliz porque por fin cada uno de los hijos podía tener su propio cuarto.

La señora se empeñó en decorarla y hacerla lucir más bonita, pensaron que era la mejor decisión que habían tomado, todo estaba bien hasta que en una noche, el hijo más chico, un niño muy tranquilo y nada miedoso, empezó a escuchar ruidos en la parte de abajo.

Al principio no le tomó mucha importancia pues desde su anterior casa solía escuchar ruidos y eran normales, así que volvió a taparse y dormir de nuevo; antes de que conciliar el sueño volvió a escuchar fuertes ruidos, en esta ocasión cada vez más fuertes, el niño se paró y se animó a ver si alguien de su familia había ido a ver.

Lo sorprendente es que ninguno se había despertado. El niño iba a regresar a dormir pero se volvían a escuchar los ruidos que al fin había descubierto que provenían de la sala.

El niño al no ver ninguna reacción de su familia grito ocasionando que sus padres y hermanos corrieran en auxilio del niño.

Los padres bajaron a la sala y detrás de ellos sus hijos, cuando el señor prendió la luz, vieron a un hombre en mitad de la sala parado, era una sombra negra y con un sombrero grande, todos se asustaron y al poco tiempo desapareció, en esa noche ninguno pudo dormir.

A pesar de haberlo visto todos los miembros de la familia lo dejaron pasar, seguro que solo sería por esa noche, pero las siguientes noches fue lo mismo.
La familia decidió vender la casa e irse.

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Leyenda Venezolana

La leyenda de la Sayona

Por los llanos venezolanos la leyenda de la Sayona es una vieja historia es muy conocida. La de una hermosa mujer que tenía una vida envidiable, al menos así parecía. Estaba casada con un apuesto hombre, aunque sumamente mujeriego. Él le juraba amor eterno, que nunca la traicionaría.

A pesar de ello, su reputación era bien popular en el pueblo. Todos sabían de sus amores. Frecuentaba burdeles y contrataba mujeres en la carretera. Pero su esposa, jamás pudo comprobar ninguno de sus engaños.
El tiempo pasó y un niño nació de aquella relación. La mujer pensaba que su esposo cambiaría después del maravilloso evento. Nada más alejado de la realidad. El sujeto seguía frecuentado bares, así como ausentándose fines de semana completos. Ahora ella debía quedarse en casa cuidando al bebé, por lo que salía menos con el hombre. Esto suponía para este último, mayor cantidad de tiempo que podía dedicar a sus vicios.